Mientras Berengar disfrutaba de una vida tranquila en Tirol, la invasión bávara se había extendido a los otros rincones de Austria. Por suerte para Berengar, su posición estaba segura por el momento; por lo tanto, pasó su tiempo supervisando las actividades habituales.
Después de terminar su desayuno con Linde y Henrietta, que había tomado un giro inusual, Berengar pasó a lo más destacado de su día, que era presentar los diseños arquitectónicos de su nuevo proyecto a su arquitecto favorito. Con la Reforma Alemana en pleno efecto, Berengar quería un símbolo de su movimiento. Por lo tanto, decidió hacer una Gran Catedral en Kufstein para representar la nueva era del Cristianismo.