Preocupaciones de Henrietta

La luz del amanecer entró en la habitación de Berengar, exponiendo la escena del joven Conde y su amante entrelazados en los brazos del otro. Como de costumbre, esta era la señal para que Berengar se despertara; en cuanto a Linde, ella continuaría durmiendo por algún tiempo.

Los días en los que ella se despertaba temprano para volver de forma sigilosa a sus alojamientos temporales habían quedado atrás. En estos días, todos sabían de su relación con Berengar, y ella dormía abiertamente en su habitación; por lo tanto, podía dormir tanto como quisiera, y Berengar nunca se quejaba.

Así que Berengar salió hábilmente de la cama, sin despertar a Linde, y se vistió con su ropa de deporte. Como de costumbre, su mañana estaba llena de una carrera de cinco millas, seguida por levantamiento de pesas y práctica de espada. Cuando finalmente terminó todas esas actividades, habían pasado horas, y entró en el baño para deshacerse de todo el sudor en su cuerpo.