Después de terminar su reunión con el Conde Otto, Berengar descubrió que ahora tenía tiempo libre ilimitado; por ello, buscó rápidamente a Adela, con la intención de pasar el día jugando con ella. Rara vez tenía tanto tiempo libre como en esta visita diplomática; así que pretendía aprovecharlo al máximo.
Después de cruzar por los pasillos buscando a Adela, Berengar pronto se encontró cara a cara con Wolfgang, quien no tenía la expresión más agradable en su rostro. En cambio, miraba a Berengar con una furia intensa, como si su corazón contuviera los fuegos del Tártaro en sus profundidades. Berengar pudo deducir por la mirada en su rostro que Ava había dicho algo; por ello, enfrentó la mirada furiosa de Wolfgang con una sonrisa condescendiente.