La furia de un amante

Después de las horribles acciones de Conrad, el Castillo estaba completamente en aislamiento. Como Berengar había ordenado, nadie tenía permitido entrar ni salir del Castillo, y la guarnición del castillo fue inmediatamente puesta a trabajar para buscar cada pista disponible. Mientras Berengar y sus fuerzas reunían las piezas de lo ocurrido, Conrad había huido a su habitación donde actualmente se escondía detrás de su puerta, respirando con dificultad.

La adrenalina y la emoción que llenaban sus venas después de cometer tan atroz acto y salir impune le llenaban la mente de alegría. Adrenalina y endorfinas bombeaban a través de su sangre en una forma que nunca antes había sentido.