Presentación de Ropa Interior Femenina

El sol brillaba a través de las ventanas del castillo de Berengar y entraba en el comedor, donde Berengar, Linde y Henrietta se habían reunido para desayunar. Tras sentarse en sus sillas y esperar a que llegara la comida, Berengar se dio cuenta de que Linde se frotaba la espalda, y preocupado por su salud, comenzó a preguntarle al respecto.

—¿Estás bien?

Linde miró a Berengar y respondió de inmediato con una sonrisa forzada en su rostro.

—Estoy bien, es solo que a veces me duele la espalda. Me pregunto por qué...

Berengar se dio cuenta enseguida de los dos prominentes bultos que se destacaban de su pecho y del escote que mostraba con el vestido que llevaba. No tardó mucho en comprender la dolencia de su amante y, al hacerlo, se dio una palmada en la frente antes de exclamar:

—¡Por supuesto! No sé por qué no lo pensé antes. ¡Linde, acabas de darme una idea maravillosa!