Al igual que su Viaje a Granada, Berengar había llevado un Clipper consigo a la Unión de Kalmar. A lo largo del viaje, Berengar y Honoria pasaron la mayor parte del tiempo dentro de la cabina. La pareja recuperó el tiempo perdido a su manera.
Cuando llegaron a Copenhague, la capital de la Unión de Kalmar, Berengar y Honoria estaban casi completamente agotados de energía; habían pasado tanto tiempo en la cama que necesitaban urgentemente algo de café o proteínas.
Por lo tanto, Berengar y Honoria estaban bastante agradecidos cuando llegaron a la propiedad del Rey, donde los recibió con los brazos abiertos. Berengar fue inicialmente cauteloso sobre tal encuentro. Sin embargo, a pesar de sus preocupaciones, el Rey parecía genuinamente abrazar la idea de la Reforma, o al menos tolerarla dentro de su Reino.