En el corazón de la Ciudad de Kufstein yace un gran castillo que fue hogar de la familia von Kufstein. Dentro de sus frías salas de piedra, se había montado un pequeño escenario, donde más de cien mecenas se habían reunido para presenciar la exhibición. Adela miró al público desde detrás de las cortinas con una abrumadora sensación de emoción y ansiedad en su latente corazón.
Durante años, Adela había quedado sorprendida con cada visita a Kufstein; la primera vez que había ingresado a la región, no era más que un pequeño pueblo agrícola. Sin embargo, ahora se había convertido en una enorme ciudad que se expandía día a día.