Una Confesión Incómoda

Con el ejercicio militar completado, Berengar ahora se encontraba de vuelta en la ciudad de Kufstein, dentro de su palacio real. Actualmente estaba en su estudio aprobando informes de gastos y firmando leyes. Mientras revisaba estos documentos, se escuchó un golpe en su puerta y una voz suave se pudo oír al otro lado.

Esta voz joven y femenina era una que conocía muy bien, ya que pertenecía a su pupila Veronika. Como de costumbre, hablaba con un toque de miedo en su voz mientras trataba de obtener el permiso del Rey de Austria para entrar.

—¿Su Majestad? Soy yo, Veronika, si no está ocupado, me gustaría que escuchara una petición mía...