Apoyo Papal

El Bastardo de Luxembourg se sentó en su trono ducal con una expresión lamentable en su rostro. Su amigo y aliado más cercano yacía muerto, y no había tenido un momento adecuado para llorar. Días habían pasado desde el asesinato de Renault, y un grupo que afirmaba representar al pueblo de Alemania había declarado una rebelión abierta.

Hasta donde sabía Hartman, células insurgentes habían aparecido instantáneamente en cada esquina de su reino y en el de sus aliados. Al hombre le quedó claro de inmediato que Berengar había estado entrenando y financiando en secreto a estos grupos sin que él se diera cuenta.