Yasmin se quedó incrédula mientras leía el contenido de una transcripción que había llegado de su tierra natal. El telegrama era breve, pero su contenido era suficiente para abrumar a la princesa Mora.
—El Sultán está muerto. Su ejército fue emboscado en Marruecos. No hay sobrevivientes.
Lágrimas corrían de los ojos ámbar de la mujer y afectaban la tinta que manchaba la página. Siempre supo que su hermano se mataría a sí mismo en alguna búsqueda vana de gloria, pero no esperaba que sucediera tan pronto. Berengar estaba en la habitación, rodeando la cintura de la mujer con sus brazos mientras trataba de consolarla.
—Lo siento Yas, no sé qué decir, incluso yo no pensaba que moriría tan pronto... ¿En qué demonios estaba pensando?
La mujer de luto no tenía una respuesta a la pregunta de Berengar. ¿En qué estaba pensando realmente? Mientras Yasmin lamentaba la pérdida de su hermano, Berengar tenía cosas más importantes de las cuales preocuparse.