En los días que siguieron a la muerte de Hasan, el Sultán de Marruecos había movido sus fuerzas a la costa de su territorio. Lo había hecho antes de que Berengar y sus fuerzas descubrieran la verdad sobre el fallecimiento de Hasan. Debido a la derrota de Al-Andalus en Marruecos, la península Ibérica ahora estaba defendida por un exiguo número de fuerzas alemanas. La mayoría de estos hombres estaban dispersos por toda la región y necesitaban tiempo para reagruparse. Said planeó aprovechar esta defensa mediocre montando una invasión de Granada.
El plan de Said era simple, desembarcar sus fuerzas en Granada antes de que llegaran los refuerzos alemanes, y tomar la parte más meridional de Iberia, conectándola así con su sultanato. En cuanto a los católicos en el norte, él pensaba que estarían contentos de liberarse del control de sus actuales amos musulmanes, y no tenía ningún deseo de gobernarlos.