—Oh, y no necesitas ser indulgente con el castigo, ya que él no puede matarse sin importar lo que le hagas —Su Yang de repente le dijo a ella con una voz fría.
—E-Espera un momento… ¿no puede matarse? ¿Qué quieres decir con eso? —Bai Lihua le preguntó con interés.
—Le he puesto una maldición. No puede matarse aunque quiera morir desesperadamente —respondió él tranquilamente.
—¿C-Cómo funciona eso? —preguntó el Anciano Zhong, también intrigado por tal profunda maldición.
—He maldecido su alma. Si siquiera piensa en intentar matarse, la maldición infligirá daño a su alma, haciéndole experimentar un dolor insoportable que es peor que la muerte hasta que abandone ese pensamiento. Sin embargo, ese dolor no lo matará por más doloroso que sea. Además, restringirá sus movimientos hasta que el dolor se detenga, por lo que no puede forzar su cuerpo a atravesar el dolor.
Después de aprender cómo funcionaba la maldición, la gente allí mostró expresiones horrorizadas en sus rostros.