—¿Tres niños?... ¿Por qué los niños? ¿No los estás liberando a cambio del oro extra y la carne? —el Jefe del Pueblo preguntó con una expresión perpleja en su rostro.
—¡Por supuesto! Ya que me estás dando doble sacrificio, no me llevaré tres niños. Doble sacrificio significa doble oro, doble carne y 6 niños, ¿verdad? No me llevaré los 3 niños originales y solo tomaré 3 niños como siempre —el hombre enmascarado se rió cruelmente mientras colocaba sus manos sobre los hombros del Jefe del Pueblo.
—¡Traigan a los niños! Al Maestro no le gusta esperar. Deberías saberlo —continuó el hombre enmascarado.
—Pero... pero... —el Jefe tartamudeó mientras comenzaba a sudar.
*Bofetada*
—¡Sin peros! Haz lo que dije si no quieres que todo tu pueblo sea destruido en este instante. Oh, cierto, tienes una hija joven, ¿verdad? Me la llevaré también. ¡Considéralo un castigo por hablarme mal! —el hombre enmascarado abofeteó al Jefe mientras decía.