¿Por qué lo hizo? Ni siquiera él lo sabía. ¿No confiaba en Elena? Esa no era la razón. Solo quería que estuviera a salvo. Quería una garantía.
Entonces, en lugar de proporcionarle un guardaespaldas, le estaba dando un escudo humano. Un objeto de un solo uso que podría protegerla de la muerte.
Considerando su actitud antes de irse, si intentaba darle algo más, sería un error.
Pero darle una medida adicional de seguridad no mejoró el ánimo de Damien en absoluto. La lluvia que envolvía al Continente Central era interminable.
«¿No he estado creciendo?», Damien se preguntó. Ni siquiera se dio cuenta de cuánto le faltaba por aprender hasta que Elena se lo dijo en la cara. Si ni siquiera podía reconocer sus defectos, ¿no significaba eso que aún estaba atrapado? ¿Era todo su discurso sobre crecer solo una fachada?
«No». Lo comprendió al instante. Definitivamente había crecido desde la persona que solía ser. «Pero mi línea de partida no fue la misma que la de todos los demás».