Puerta del Desafío [3]

La Guerra no era divertida.

Los Reyes y Reinas permanecían en la retaguardia, protegidos por sus tropas. Mientras tanto, esos insignificantes soldados en el campo de batalla no eran más que peones acatando sus voluntades.

Estos peones obedecían órdenes como si no tuvieran pensamiento consciente propio. Eran esclavos sin mente.

Un día, un peón despertó.

Se dio cuenta de su extraña situación.

Cuestionó la moralidad. Se preguntó por qué luchaba y contra quién estaba luchando.

Aquel peón dejó su puesto. Viajó a través del campo de batalla, evitando a los que lo rodeaban hasta que llegó a su fin. Allí, se encontró con el Rey y la Reina.

Preguntó al Rey y a la Reina:

—¿Por qué debo sufrir así?

Sin embargo, no recibió respuesta. Ni el Rey ni la Reina reconocieron su presencia.

Desafortunadamente, no era lo suficientemente fuerte para derrotarlos.