—Liam. Huff. Huff. Nos hemos... equivocado. Esto no es suficiente. Vamos a perder. —Mia se apresuró hacia Liam para ayudarlo a enfrentarse a los tres generales elfos oscuros.
—Podemos encargarnos de estos tres, pero ¿qué hay de los otros siete? Liam, tenemos que movernos y encontrar a Alex —le insistió.
—Estos demonios serán suficientes para distraerlos por un tiempo. De lo contrario, no tendremos otra oportunidad. Te lo suplico, por favor —sin embargo, era dolorosamente evidente que sus palabras caían en oídos sordos cuando Mia vio que la persona solo continuaba lanzando balas del éter una tras otra.
Él no respondió y simplemente continuó atacando sin tomar un descanso o siquiera detenerse por un segundo.
Liam parecía determinado a causar el máximo daño que posiblemente pudiera.
Verlo completamente imperturbable por sus fervorosos ruegos y humillantes súplicas solo hizo que Mia se sintiera aún más frustrada.