Rata lobo

La expresión de Leonel parpadeaba continuamente.

Rápidamente dirigió una mirada hacia donde había dejado su jeep, pero lo que vio dejó su expresión torcida.

Antes, no se había atrevido a quitar los ojos del enemigo, así que aparte de observar a los seis hombres, no había hecho nada más. Sin embargo, cuando vio que el hacha de Aina había sido tomada por ese hombre, tuvo un mal presentimiento. Resultó que ese mal presentimiento había sido correcto.

El vehículo estaba demasiado bien blindado como para ser completamente destruido desde el exterior, pero a juzgar por el hecho de que el capó estaba abierto, no hacía falta ser un genio para saber que no había posibilidad de encenderlo.

Así, una de las rutas de escape de Leonel se desvaneció.

«No toda la esperanza está perdida. No creo que hayan podido llegar aquí tan rápido usando solo sus piernas.»