Los ojos de Leonel se abrieron de golpe.
Su reacción fue increíblemente rápida. Con movimientos ágiles, corrió hacia la parte trasera del transbordador, levantó a Aina y saltó por la puerta opuesta.
La caída libre habría provocado la muerte incluso en humanos evolucionados que habían despertado sus habilidades. Después de todo, el transbordador tenía una elevación máxima de 20 metros del suelo. Pero Leonel estaba preparado.
—Aina, tu cuerda.
Incluso mientras caían del cielo, la mirada de Leonel tenía una agudeza oculta. ¿Caer desde una gran altura? Eso era lo que menos temía. ¿Cuántas veces había hecho exactamente eso solo en un viaje a la escuela?
Con un estruendo pesado, Leonel aterrizó sobre un edificio derrumbado. Debido a su preparación, la caída fue apenas de cinco metros.
En ese momento, el tentáculo golpeó furiosamente contra el transbordador, desmoronando todo un lado de este con un ímpetu imparable.
Las pupilas de Leonel se contrajeron.