Monóculo

Leonel aclaró su garganta, retomando el control de su cuerpo.

Fingiendo como si nada hubiera pasado, se dio la vuelta, caminó hacia sus pantalones, se los puso y miró a la distancia.

—Bonito clima el que tenemos hoy, ¿verdad?

—…

«No escuchó lo que dije… ¿verdad?», pensó Aina para sí misma.

Aina miró a su alrededor y encontró donde había caído su hacha, intentando encontrar algo con qué distraerse del ambiente incómodo. Pero, cuando dio un paso hacia adelante, de repente tropezó y casi cayó.

Al escuchar el sonido de su tropiezo, Leonel se giró rápidamente y no dudó en correr hacia su lado.

—¿Estás bien?

Leonel atrapó su brazo, intentando asegurarse de que se mantuviera erguida y no cayera.

—Creo que tengo una concusión —dijo Aina después de un momento, llevándose una mano a la frente.

Aunque lo dijo de esa manera, ya estaba segura. Sin mencionar su habilidad, incluso si no hubiera despertado una, su Profesión de Cinco Estrellas era más que suficiente para darse cuenta.