—¡No!
Leonel se sacudió para despertarse, reuniendo la poca fuerza que había logrado recuperar mientras permitía a Aina liderar para alzarla en sus brazos. Intentó cubrirla por completo, esperando que su hacha pudiera bloquear el resto del ataque.
¡BOOM!
Un dolor como ningún otro que Leonel había sentido en su vida asaltó su cuerpo. Sin el menor suspenso, fue enviado volando. Ni siquiera podía distinguir arriba de abajo, y mucho menos saber a qué distancia había sido lanzado.
El collar de cadena de Cuasi Bronce en su cuello se astilló. Era solo una pequeña grieta, pero vino con un sonido casi tan fuerte como la misma bomba. O, tal vez, el oído de Leonel había quedado completamente desorientado también. Realmente no podía decirlo.
—¿Aina? ¡Aina!
Leonel rugió, apenas siendo capaz de escuchar su propia voz. Solo después de gritar con todo lo que tenía pudo escucharse débilmente a sí mismo.