—Hey, hey. ¿Qué crees que estás haciendo aquí, pequeña zorra? —León Negro Rugiente reaccionó de inmediato al ver la aparición de Viento Fluyente. Era claro que no le caía muy bien.
—Nadie está aquí por ti, bruto. Ni siquiera sabes cómo tratar a una dama.
León Negro Rugiente quedó momentáneamente sin palabras. ¿No era esta la misma mujer que le había dicho que quería verlo partirla en dos? Prácticamente tenía un doble sentido en sus palabras cada dos frases. ¿Por qué ahora estaba pretendiendo ser elegante y decente? ¿No era esto demasiado descarado?
Pero, cuando vio que quería acercarse a Leonel, no pudo evitar rodar los ojos. Esa pequeña zorra realmente era demasiado descarada.
Leonel sintió las suaves protuberancias presionando contra su brazo. Se había visto obligado a quitarse la camisa, así que su torso seguía completamente desnudo en ese momento, haciendo la sensación especialmente tentadora.