¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!
Los pasos enigmáticos de Leonel lo hicieron deslizarse por la sala de entrenamiento. Tres títeres con armaduras de madera lo presionaban desde todos los lados, conjurando hechizos de todo tipo para bombardearlo.
Los ojos de Leonel permanecían cerrados, su vista interna concentrada en esta pequeña región.
Los pensamientos de cómo Lamorak había jugado con él se reproducían en su cabeza una y otra vez. Los recuerdos eran tan vívidos que podía sentir casi el mismo dolor recorriendo su cuerpo una vez más.
De repente, Leonel fue acorralado por los tres títeres. Por un momento, pareció que sería atrapado desde todos los ángulos.
Una flecha de tierra, fuego y agua lo atacaba desde diferentes direcciones, apuntando a quitarle la vida.
Los títeres de esta sala estaban hechos completamente de madera espiritual. Como resultado, su capacidad para lanzar hechizos superaba incluso la de sus contrapartes humanas. Esto compensaba sus acciones rígidas con un poder abrumador.