El Rey Arturo ensanchó su postura, agarrando su espada con ambas manos. Su cabello rubio ondeaba bajo la lluvia que caía. Incluso en este entorno, parecía completamente intacto, una santa aura dorada lo mantenía completamente seco.
Leonel cargó hacia adelante, su lanza negra resonando con el trueno que retumbaba. Cada uno de sus pasos estaba completamente envuelto por una luz dorada, acelerando su velocidad varias veces. Al mismo tiempo, runas de bronce se grababan en su cuerpo, dibujando una corona en su frente y flotando un halo sobre su cabeza.
Luces violetas furiosas emanaban de su cuerpo, suprimiendo directamente la majestad reina de Arturo. Se sentía como si esta fuera la verdadera llegada de un rey. Un hombre que podría sostener su cabeza aún más alto que el legendario Rey Arturo.
Tal sensación hizo que la ira en el corazón de Arturo se profundizara.