Revelar

Peirce se levantó de los suelos empapados de barro y dio un paso hacia adelante, blandiendo sus dos largas espadas.

—¡Retrocede! —gritó.

Gawain miró hacia Peirce con ojos enrojecidos. Acaban de perder a tres Caballeros de la Mesa Redonda. En las condiciones actuales, solo quedaban Gawain y Ector. Podría decirse que este era el mayor golpe que Camelot había recibido desde su fundación.

La prioridad número uno de Gawain era proteger las vidas de quienes aún permanecían. No podía permitir que un momento de imprudencia o codicia arruinara los cimientos de Camelot.

La mirada que dirigió hacia Peirce parecía estar a solo un paso de la locura. Tenía demasiadas emociones conflictivas en su mente.

Por un lado, no estaba de acuerdo con la forma en que Arturo estaba haciendo las cosas. Pero, por otro lado, no quería ver a su Rey perder de esta manera ni quería que sus hermanos sacrificaran sus vidas uno tras otro.