Syl estaba un poco desconcertada por la reacción de Leonel. ¿Qué joven no querría tener una charla con una belleza como ella? ¿Cuál era su problema?
Sin embargo, con su crianza noble, era imposible que tales pensamientos se reflejaran en su rostro. De hecho, estos solo eran pensamientos fugaces que no ocupaban mucho tiempo en su mente para empezar.
«¿No la escuchaste?»
Justo cuando Leonel estaba pensando en lo que debía hacer, un joven que montaba uno de esos extraños corceles de guerra lo miró con desprecio. Era evidente que estaba muy insatisfecho con la actitud de Leonel.
«¿Qué demonios está mal con esta gente?» Leonel casi no pudo evitar rodar los ojos.
Parecía como si todos los que encontraba se esforzaran por irritarlo.
—Si quieres hablar conmigo, no hay nada malo con el arreglo actual. Odiaría ser atacado de nuevo solo por respirar el mismo aire que tú —dijo Leonel indiferente.