Tío Zimo

—¿Qué sucede, Tío Zimo? ¿Por qué nos detenemos?

La voz de una joven salió de entre una escolta. De hecho, no era cualquier joven, sino Syl, la amiga de la mujer que era la causa del problema actual de Leonel, pero también, irónicamente, tal vez la razón por la que Leonel todavía estaba vivo.

La escolta era bastante larga, con al menos 50 individuos. Aparte de un gran carruaje del cual provenía la voz de Syl, el resto montaba extraños caballos de guerra con cuernos gemelos y un vientre cubierto de gruesas escamas.

Tío Zimo era el mismo hombre mayor con pelo escaso que había llevado a Syl lejos de Rie hace apenas unos días. Pero, en este momento, estaba parado al frente de la escolta, con las manos cruzadas detrás de la espalda y la mirada estrecha. El problema era que parecía estar mirando al vacío. Aparte de un camino descuidado frente a él en medio de un bosque espeso, no había nada más.