—Hey, hey. —Jerach trotó para mantener el ritmo con Leonel, su pesada armadura haciendo que los caminos pavimentados temblaran.
Leonel miró hacia atrás y no pudo evitar sonreír.
—Sabes, para alguien con una afinidad tan fuerte con el viento, ¿no deberías llevar algo más liviano que esto, calvo? Quién sabe, tal vez tu cabello vuelva a crecer si dejas de esforzarte tanto.
—¡¿Qué sabes tú?! —Jerach gruñó como un gato al que le pisaron la cola. Claramente, su calvicie era un punto débil—. Es precisamente porque tengo una alta afinidad con el viento que debo aprovecharla al máximo. ¿Quién más podría usar una armadura tan pesada y aún así ser tan rápido?
Leonel sacudió la cabeza y no respondió a estas palabras.
Sonaban lógicas, pero la verdad era que la velocidad de Jerach nunca alcanzaría su máximo potencial de esa manera. Solo por lo que Leonel podía ver, sería fácilmente dos o tres veces más rápido si se quitara la armadura.