La respiración agitada de Leonel lentamente se calmó, sus emociones sentadas en una nube alta. No creía que pudiera haber una felicidad mayor en el mundo. No se trataba solo del sentimiento en sí, sino del hecho de que la mujer que le gustaba tanto había estado a su lado durante ese momento.
«… No tenías que hacer eso.»
La voz de Leonel llevaba un tono áspero y tenso. Tal vez aún le tomaría un poco más de tiempo recuperarse completamente.
—No, no tenía que hacerlo —dijo Aina con una dulce sonrisa—. Quería hacerlo.
Leonel sonrió consigo mismo.
—Parece que necesitamos otro baño —dijo Leonel juguetonamente antes de levantar a Aina de nuevo.
Ella se rió suavemente, dejando que Leonel hiciera lo que quisiera.
…
Mientras la pareja estaba en su propio pequeño mundo, no tenían idea de lo que ocurría afuera.