Amor y devoción

—¿Qué diablos... qué hizo? —Belén estaba sin palabras ante el giro de los acontecimientos.

—Lloré en vano. ¡Hmph! —luego, pensando en cómo sus emociones habían sido una montaña rusa y hasta había llorado, cosa que no hacía desde hacía mucho tiempo cuando ya tenía medios para prevenir su propia muerte, dijo molesta.

Sin embargo, la felicidad y alivio en sus ojos llorosos contaban otra historia.

Después de que su corazón palpitante volviera a la normalidad, ella se secó las lágrimas, caminó hacia él y agitó su delicada mano en el aire donde él había estado tocando para ver si podía encontrar algo.

—Eso es extraño —pensó después de no encontrar nada fuera de lugar.

Un momento después, se encogió de hombros. —No debería entrometerme en sus secretos. Después de que me reconozca, tal vez él me lo contará por sí mismo.

—Pero, ¿me reconocerá ahora que cada una de sus otras mujeres es mucho mejor que yo? —su estado de ánimo decayó, y no pudo evitar suspirar.