Leticia cerró los ojos un momento para concentrarse antes de que su cuerpo de repente comenzara a brillar con una hermosa luz púrpura. Abrió los ojos, acercó su rostro al de él y colocó suavemente sus sabrosos labios sobre los suyos rotos y maltratados.
Entonces ocurrió algo extraño, que si alguna persona normal lo presenciara, podrían llamarlo… demoníaco.
Max, cuyas heridas apenas habían mostrado alguna mejora después de que Belen le suministrase más de una docena de píldoras de grado tres, comenzó a sanar a una velocidad visible a simple vista.
En tan solo unos segundos, la capa de su piel rota se desprendió y una nueva capa de piel suave como la de un bebé la reemplazó. Sus órganos, que habían sufrido aún más daños que su cuerpo exterior y eran los más difíciles de curar, su núcleo de maná maltratado también se curó, aunque tomó más tiempo.