Esta vez era responsabilidad de Alexi llevar a esa persona a la enfermería y averiguar por qué tuvo que usar sus regalos.
—¿P-puedes volar? —exclamó Dash sorprendido.
—Puedo hacer muchas más cosas también —respondió Lucifer mientras agarraba a Dash por el cuello y lo levantaba en el aire.
Su decadencia comenzó a actuar, trayendo los mismos gritos intensos de antes. Solo ahora Dash entendió por qué gritaban.
—¡Detente! ¡Libérame! ¡No hice nada! —siguió rogando Dash, pero el dolor no se detuvo. Lo que se detuvo fueron sus gritos cuando también se convirtió en cenizas.
—Yo tampoco hice nada —murmuró Lucifer mientras observaba las cenizas.
Cuando Lucifer terminó con todo, volvió hacia Casio. Inclinándose, recogió sus guantes y los guardó en su bolsillo.
—¿Qué está pasando aquí? Dime todo. Me aseguraré de que no te pase nada. ¡Ellos empezaron primero, después de todo! —dijo Casio a Lucifer, sabiendo que Lucifer estaba en problemas ahora. Había matado a tantos estudiantes aquí.