—Y entonces, creaste circunstancias en las que Milena no tuvo más remedio que caminar por el camino que le trazaste, resultando en donde están ahora. Ahora, todos los enemigos se han ido. Nadie puede amenazarte en el Imperio tampoco. ¿No es así?
—Entonces, ¿qué tan cerca estoy? —Lucifer preguntó después de terminar de adivinar.
Aunque había adivinado todo eso, estaba seguro de que tenía razón. Todas las pistas apuntaban hacia esta teoría. No había forma de que estuviera equivocado.
—Kekeke, no está mal. Adivinaste correctamente. Por eso te perdonaré por llamarme cobarde —respondió la estatua—. Pero no tienes que estar celoso. También serás parte de mí pronto.
—Entiendo por qué me quieres. Es por mi fuerza. Quieres usarme para hacer en el mundo exterior lo que hiciste que Milena hiciera en el Continente de Oscuridad. ¿Eso también es cierto?