—Llámame Hermano Mayor —dijo William lentamente—. H-e-r-m-a-n-o M-a-y-o-r.
—Llámame Abuelo —persuadió James—. A-b-u-e-l-o.
En lugar de una respuesta, lo que el joven y el anciano escucharon fue el gorjeo de un bebé.
—¿Escuchaste eso, Abuelo? —preguntó William con una expresión de suficiencia—. Eve me llamó Hermano.
—No, cabeza hueca —refutó James—. Claramente, ella dijo Abuelo.
—Es Hermano.
—Abuelo.
—Está bien, no peleen —dijo Anna con exasperación—. Van a asustar a Eve si continúan con esta discusión.
Anna estaba acunando a una bebé en sus brazos mientras reprendía a William y James. Ella había dado a luz mientras William estaba en su entrenamiento, y esta era la primera vez que el joven veía a su prima.
William era muy bueno manejando bebés porque esta era una de sus responsabilidades en el orfanato. Al ver los adorables ojos azules de su prima mirándolo, el joven sintió que su corazón se derretía.
—Tía, ¿puedo sostener a Eve? —rogó William—. Prometo tener cuidado.