Dentro de ese mundo manchado de sangre, William yacía en el regazo de Celine. Dormía muy profundamente. Su cuerpo, corazón y alma estaban muy cansados. El joven no había dormido mucho durante esos seis meses que había estado lejos de Lont y eso había pasado factura a su cuerpo.
Celine tenía la sensación de que William solo había querido regresar a Lont antes de cerrarse al mundo. Ahora, tenía un presentimiento vago de que el chico no tenía intención de despertar jamás de su sueño.
Era como si hubiera entrado en un coma autoinfligido sin saber cuándo volvería a abrir los ojos.
—¿Cometimos un error? —murmuró Celine mientras acariciaba suavemente el rostro de William—. ¿Te presionamos demasiado? ¿Te dolió tan profundamente?