—¿Cuántos? —preguntó James.
—Cien —respondió Ezio.
—¿Solo cien?
—Sí.
James cerró sus ojos mientras sus dedos golpeteaban el sillón. Estaba pensando en qué hacer a continuación, pues sabía que no podía permitir que William permaneciera en su estado actual. Cuanto más tiempo se quedaba en esa condición, más difícil sería para él liberarse de su influencia.
—Gracias y perdón por molestarte —dijo James mientras miraba a su leal subordinado—. ¿Puedes contarme con detalle todo lo que ha pasado?
—Sí —Ezio asintió.
El hombre se quitó la capucha y comenzó a relatar todo lo sucedido desde que dejó Lont con William. Le contó a James los lugares que visitaron, la gente que conocieron y los eventos que ocurrieron en el camino.
El anciano escuchaba con una expresión seria como si temiera perderse una sola palabra de la historia de Ezio.