—Este es el lugar que estás buscando —dijo el guardia de patrulla mientras miraba la dirección que William le había dado—. Ven conmigo.
El guardia de patrulla caminó hacia las puertas, mientras William y Ella lo seguían por detrás.
Antes de que el guardia y William pudieran siquiera presentarse, las puertas se abrieron y un familiar anciano salió con una sonrisa.
—Hace tiempo que no te veo, William —saludó Herman al muchacho con un tono amigable.
—Tío Herman, es bueno verte otra vez —respondió William con una sonrisa.
—Bien, parece que ustedes dos ya se conocen —comentó el guardia de patrulla—. Ahora regresaré a mis deberes. Nos vemos por ahí, William.
—Gracias, señor Braun —William se despidió con la mano al amable hombre que lo ayudó en el camino.