La Diosa De La Lujuria [Parte 2]

Eros continuó caminando, llevando al Oso de Peluche como a un bebé, hasta que llegó a la entrada de su palacio. Sin embargo, no entró de inmediato. En su lugar, giró la cabeza para mirar detrás de ella y sonrió.

—No sabía que al Dios de los Contratos le gustaba acechar a las Diosas del Templo —dijo Eros en tono burlón—. Dime, Sancus, ¿a qué debo el placer de esta visita?

Sancus sonrió mientras caminaba hacia la Diosa de la Lujuria de manera despreocupada. Sus manos estaban detrás de su espalda para evitar que Eros viera la caja en sus manos. Cuando estaba a solo unos metros de Eros, se detuvo perfectamente quieto y habló lo que pensaba.

—Eros, necesito pedirte un favor.

—Escucharé tu solicitud antes de dar mi respuesta.

Cuando Sancus movió la caja frente a él, Eros inconscientemente se sobresaltó. Sus Instintos Primitivos le decían que huyera. Eros supo entonces y allí que lo que estaba dentro de la caja en las manos de Sancus no era algo bueno.