La Reina

Emery pensó que no había manera de que un acólito pudiera controlar a todas estas pequeñas criaturas solo con su propia destreza. Por lo tanto, supuso que debía haber algo que ayudara al acólito a controlar estas pequeñas criaturas. Supuso que debía haber un líder o comandante entre ellas. Emery también recordó de la observación que hizo durante su infancia que las hormigas eran básicamente esclavas de sus superiores. Por lo tanto, basándose en todas estas deducciones e información, Emery sabía que era probable que hubiera un tipo de líder de estas criaturas en algún lugar de la arena.