Restringir

¡Hiieeekkk!

El sonido chirriante de los caballos resonó en el aire cuando cinco caballos se detuvieron a pocos metros frente a Emery, quien los estaba observando detenidamente.

—Bueno, bueno, bueno... ¿Qué tenemos aquí? —dijo uno de las personas en los caballos.

Otro exclamó:

—Vaya, por tu ropa, estoy seguro de que eres un noble o algo así. ¿Tienes algunas monedas para darnos a los pobres? —terminó con una sonrisa cruel.

Antes de que Emery pudiera responder, otro hombre dijo:

—¿Qué piensas, chico? Entrega tus monedas o pierde la vida aquí.

Emery se rascó la cabeza desconcertado, pensando que este fiasco de robo no podía ser más cliché. Dirigió su mirada a estas personas y respondió con calma:

—Solo para estar seguro... Ustedes están tratando de robarme ahora mismo, ¿verdad?

Tras escuchar las preguntas de Emery, los cinco hombres se miraron brevemente antes de estallar en carcajadas.

—Vaya... ¡hemos encontrado a un idiota, chicos!