Caza de lobos

Mientras Emery todavía atendía a la chica de cabello rojo ardiente, también aprovechó la oportunidad para comenzar a hacer preguntas, esperando fervientemente que ella estuviera dispuesta a responder.

—Entonces, ¿cuántos días has estado aquí?

La chica estaba en silencio. Era evidente que no quería decir nada, pero Emery persistió. Cambió su posición y miró directamente a sus ojos, esperando una respuesta.

Quizás por las emociones en los ojos de Emery o por algo completamente diferente, Morgana giró su cabeza hacia otro lado y murmuró en una voz extremadamente suave, casi inaudible.

—...Tres días.

Asintiendo con la cabeza ante su respuesta, Emery procedió a jalar y atar la ropa que había usado para vendar su herida, lo que provocó que ella soltara un leve suspiro.

—Ahora, dime. ¿Cómo conoces este lugar?

Morgana, una vez más, no respondió inmediatamente a su pregunta. Pero momentos después, lentamente dijo, —Fue... la Suma Sacerdotisa. Ella me habló de este lugar.