Cuando Emery escuchó las palabras de Meave, su atención se centró inmediatamente en la nueva llegada. Exhaló un profundo suspiro, pues sabía que la otra parte era quien esperaba.
La figura que se acercaba tan rápido antes de detenerse y mantenerse en la cima de la colina norte era una criatura similar a un lobo, igual que los dos.
Tenía un pelaje de color negro similar y púas en sus cuatro extremidades. Sin embargo, Emery podía claramente oler y sentir la familiaridad con la bestia. Odiaba admitirlo y deseaba que no fuera cierto, pero la realidad decía lo contrario: ella estaba frente a sus ojos.
Morgana comenzó lentamente a bajar la colina, su mirada fija en Emery. Podía sentir la pura emoción detrás de su mirada rabiosa, y estaba desconcertado. No estaba seguro de por qué Morgana estaría dispuesta a escuchar a la bruja, ni cómo terminó siendo como era ahora. Pero sabía que matar a la bruja podría absolver la situación.