—Afortunadamente, Su Majestad descubrió su complot, ¡o de lo contrario toda nuestra nación sufriría! ¡El demonio debería ser cortado en pedazos como advertencia a todos nuestros enemigos!
—¡Mátenla, maten al demonio! ¡Aquellos que atacan el Reino Liujin deben morir!
Escuchando los gritos de la gente, Ye Dong sonrió en secreto. Mirando a Ye Ling, que no mostraba expresión, con ojos severos, dijo fríamente:
—¿No escuchas eso? Tantas personas quieren que ella muera, lo que demuestra que sí cometió un crimen terrible. Ye Ling, ya que eres mi hijo, puedo exonerarte. ¡Ahora quítate del medio!
Ye Ling, que detuvo a la furiosa Qing Yan, miró a Ye Dong irónicamente:
—¿Tantas personas quieren que ella muera, lo que demuestra que sí cometió un crimen terrible? ¡Eso es ridículo! ¿No es porque tú la inculpaste para incitar a estas personas? Padre, nunca he visto a un hombre tan descarado como tú.
El rostro de Ye Dong se oscureció: