Amanecer se fue y se recostó contra la roca lisa del lado opuesto. Su cabello se le pegaba al cuello y a la frente, y estaba sudando profusamente. Daryn corrió hacia ella y la envolvió con sus brazos. La profecía definitivamente estaba relacionada con su esposa.
—Shushhh... trató de tranquilizarla. Shushhh... Podía sentir su ansiedad y eso hacía miserable a su lobo.
Cuando Amanecer se calmó un poco, dijo con voz ronca:
—Quiero salir de aquí.
—Sí —él tomó su mano y la guió para salir del barranco—. Quetz estaba posado en la cima de la colina, esperando a su jinete mientras Izar deambulaba bajo su mirada vigilante. El caballo le tenía miedo al dragón y mantenía distancia de él. Al mismo tiempo, el dragón no alentaba a Izar a acercarse.