—Señorita Qin, señorita Lin Tianya está aquí.
—Lo sé. Estaré allí enseguida. —Jing Zhiyue se compuso y caminó hacia afuera.
Lin Tianya estaba sentada en el sofá, sosteniendo un café en sus manos, su expresión algo fea, llena de un leve rastro de odio y vergüenza.
Desde aquel día, no se había atrevido a salir, temiendo las miradas de otros. Odiaba a Qin Qin por robarle a su hermano Qingtian y por convertirla en el tema del chisme. No podía dejarla escapar.
El sonido de los tacones acercándose, y Lin Tianya giró su cabeza, solo para ver a Jing Zhiyue, vestida con un vestido blanco como la nieve, caminar hacia ella con pasos elegantes y nobles. La impresionante belleza de Zhiyue hizo que Lin Tianya sintiera una oleada de envidia y celos, pero después de que el celo pasara, aún mostró una sonrisa.
—Zhiyue.
Jing Zhiyue se sentó al lado de Lin Tianya.
—¿Cómo es que tienes tiempo para visitarme hoy?