Punto de vista de Giselle:
Agité la cabeza y controlé mis deseos antes de mirarlos con una cara seria y sin emoción.
—¡Necesitamos hablar! —anuncié.
—¡Oh, pensé que querías un buen polvo en su lugar! —Stefan me guiñó un ojo, mi tonto culo se sintió tímido y mis mejillas ardían. Estoy bastante segura de que se pusieron rojas solo por su intensa mirada hacia mí.
—¿O me quieres a mí otra vez? —respondió Riven desde la esquina de la habitación. Tenía la misma expresión que Stefan.
¡Los odio!
Había otra persona más en la habitación que estaba más confundida que yo.
—¿Otra vez? ¿A qué te refieres con eso? ¿La tomaste? ¡Espera un minuto! ¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué no estoy al tanto de nada de esto? —preguntó Kevin con una expresión confusa.
—No, no lo hice. No completamente, al menos. Solo la tuve con mis dedos y lengua. Teníais razón, sabe divina —dijo Riven seductoramente, el rabillo de sus labios se torció en una sonrisa burlona cuando me miró.