—¿Alex, ya llegaste a casa? —Joanna sonó sorprendida y algo contenta, pero Alex solo se rió mientras se acercaba a él.
—Así que decidiste dejarme fuera de nuestro dormitorio por tu amigo, ¿eh?
Los sirvientes se excusaron cuando Alex le sacó una silla a Joanna.
Nunca se suponía que debían ser vistos durante momentos íntimos como este, y sin que Betty se los recordara, ni siquiera sus deberes como servir té o café para los jefes podían interponerse.
Si sus jefes discutían o simplemente tenían una conversación íntima o casual, los sirvientes no debían escuchar, y si a Alex no le importaba, entonces les diría que se quedaran.
A pesar de no poder usar las piernas, Alex era todo un caballero desde la perspectiva de Violet, a juzgar por la maestría de sus manos en grandes maneras.