—Lo siento, Alex, pero seis horas sería lo más pronto que podría despertar —declaró el médico—. Alex miró frustrado la forma inconsciente de Mia.
Él no conocía la historia completa pero no podía creer que Mia fuera solo una víctima.
El hecho de que ella supiera que Joan iba a encontrarse con los miembros de la familia extendida del Rey esta noche ya era sospechoso.
—Quiero saber cómo sucedió esto —dijo, dirigiéndose a Ike.
—Señor, tendríamos que preguntarle al repartidor de pizzas. Mia parece inocente esta vez. Si no, ella tampoco habría sido una víctima —respondió Ike, pero Alex tenía sus reservas.
Todavía sostenía a Joanna en sus brazos, al mismo tiempo que se impulsaba hacia afuera en su silla de ruedas.
—Revisa las cámaras de vigilancia en el aparcamiento o envía a alguien a la compañía de pizzas. Necesito respuestas ahora.
—En eso estoy —dijo Ike—. El médico preguntó:
—¿Y ellos? —refiriéndose a Jack y Mia.
Alex respondió: