—No te preocupes. Pagaré generosamente cada vez que ocurra —dijo Alex en serio, aumentando la distancia entre ellos, justo cuando Joanna pensó que podrían convertirse en amigos.
¿Por qué le parecía más bien insultante? ¿Parecía como si el dinero fuera todo lo que le importaba o era una forma de él limpiar su conciencia? Joanna pensó en aclarar las cosas entre ellos.
—Alex, no soy una trabajadora sexual. Todo lo que quiero de este trato son las acciones de mi madre, pero que abuelo lo haga posible para que yo consiga la empresa no está mal. Por favor, no le pongas precio a un favor la próxima vez, o no te gustará lo que haré.
Alex se impresionó, tomando su advertencia en serio en silencio, pero luego le recordó.
—Sabes cómo las emociones pueden enredarse —él no era ingenuo y hablaba por experiencia, pero Joanna se rió amargamente y replicó:
—No te preocupes, no soy tan débil.
Ella estaba segura de no enredarse en esta fachada emocional, aunque Alex luchaba por creerlo.