Si supiera cuáles serían las consecuencias de mi abrupta decisión, habría tomado una diferente. ¿Habrían cambiado las cosas si tan solo...?
*
Samael y yo estábamos de pie en el plano central de las bifurcadas escaleras del gran salón de la mansión. Desde el piso debajo de las escaleras, el Señor Fabian, el mayordomo, el duque en funciones, Rufus, y todos los otros individuos importantes de esta mansión observaban al duque con verdadero horror.
Al ver su reacción, secretamente cerré mis manos en un puño. Me aferré a la parte trasera de mi vestido, echando miradas de reojo al perfil de Samael de vez en cuando.
—Perdóneme, Mi Señor. Pero, creí que mis oídos me habían engañado —dijo Rufus con severidad.
Sus cejas se fruncieron juntas. Rufus miró a todos los que estaban parados con él, notando la misma expresión de shock grabada en sus rostros.