Estoy bajo su cuidado, milord.

—¿Quieres casarte conmigo, tonta?

En cuanto escuché su propuesta, inhalé sorprendida. ¿Cómo escaló nuestra conversación a casarnos otra vez?

Claro, ahora me doy cuenta de que su señoría tenía un concepto diferente del romance. Quería tener un romance con su comida, lo cual traté de olvidar.

Pero ¿por qué tenía que mencionarlo justo ahora? Como si realmente fuéramos a casarnos.

—¿Eh?

A diferencia de mis rápidas corrientes de pensamientos, ese murmullo interrogante fue el único sonido que hice.

—Aunque me gustas y quiero este matrimonio por puro romance, hay algo más que tengo que añadir. —explicó Samael, aún sosteniendo mi mano.

—¿Algo que añadir? —pregunté en voz baja. Él asintió.